3. Ese mayordomo trabajador.
Me había despertado antes del amanecer como cada día, solo que hoy me costó un poco más ya que a mi lado estaba Ciel tan ricamente durmiendo. Estaba tan lindo durmiendo que me daba pena irme. Le di un besito en los labios y me levanté con cuidado para no despertarle. Pero no lo conseguí.
-¿Sebastian?
-Continúe durmiendo. Yo tengo que empezar a trabajar.
No obtuve más respuesta que silencio. Ciel había vuelto a dormirse. Hice mis labores de esta hora: me cambié el traje por uno limpio, secar el periódico práctica que Ciel no se manchara y empecé a preparar el desayuno.
A las ocho de la mañana, entré en la habitación de Ciel y descorrí las cortinas.
-Buenos días Bocchan.
El se movió perezosamente antes de sentarse en la cama. Vi un amago de sonrisa en sus labios y eso me hizo muy feliz.
-El desayuno ya está listo Bocchan
Empecé a vestirle mientras el se tomaba su té. Aprovechaba el momento para acariciar su nivea piel produciendo que se estremeciera. Me encantaba cuando le provocaba eso.
-El plan de hoy se reduce a la llegada del duque Trancy a la Mansión.
-Perfecto. ¿Cuándo está pensado que llegue?
-Al mediodía.
-Muy bien.-Se levantó de la cama y fue hacia la puerta.- Estaré en mi despacho. No me molestes hasta que llegue.
Salió y me senté en la cama. Cuanto antes acabase con el trabajo, antes recibiría mi recompensa.
Estuve toda la mañana arreglando todas aquellas cosas que producían Finny, Meirin o Bard. De esta forma, el tiempo se me pasó mucho más rápido. Miré mi reloj. Las doce. Gracias a mi visión, pude ver que un carruaje venia hacia la Mansión. Fui al despacho del Bocchan y llamé antes de entrar.
-Bocchan, ya ha llegado.
-Bien, no le hagamos esperar.
Caminé detrás de él y al llegar a la puerta principal y abrí la puerta para que saliera. Fuera, el carruaje estaba parado y de el salía un hombre alto con traje igual que el mio. La araña. Claude Faustus. Detrás de él, bajó un joven de traje morado y pelo rubio con ojos celestes. El duque Trancy. El Bocchan se acercó a saludar a los visitantes. Conecté la mirada con la de la araña. Me estaba retando y no me iba a intimidar. Sabía que quería el alma de MI Ciel, pero solo seria mía. Así lo estipulaba el contrato y así sucedería.
CONTINUARÁ
PRÓXIMO CAPÍTULO : ESE MAYORDOMO OBEDIENTE.
ESCRITO POR : NEKO-CHAN
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