Bueno, pues esta historia empezó bien. Dentro de lo que cabe. Pero, os preguntaréis, ¿qué pasó después? Pues aquí está la cosa. Los encuentros se sucedieron y se hacían más notorios en Alec. Estaba cariñoso, sonreía y hasta hacía bromas. Alguno de los que le conocían y que vivían con él (Jace más concretamente), comenzó a sospechar. Pero ahora, Alec tenía razones para que estuviera feliz y era que por fin su amor era correspondido.
Pero creo que no sería muy de buena persona contar como las marcas de mordiscos empezaron a aparecer por todo su cuello y su espalda. Eso no voy a contarlo. Os contaré una de las citas más románticas e improvisadas que tuvieron Alec y Magnus.
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Jace había conseguido librarse de estar encerrado en una de las celdas de la Ciudad de Hueso pero seguía su encarcelamiento, ahora en casa de Magnus Bane. Alec se encontraba en la puerta de su... Del brujo cuando vio acercarse a Clary y Simon. Juntos, llamaron a la puerta y el propietario les abrió con una sonrisa. Les dejó pasar diciéndoles que Jace se encontraba en la habitación e hizo que Alec se rezagara un poco. Cuando la "parejita" entró en la habitación, cogió a Alec por la cadera haciendo que se acercara y le dio una apasionado beso en los labios.
Alec se sorprendió pero en ningún momento le apartó sino que respondió a su beso. Se separaron de los labios del otro por la necesidad de oxigeno y entonces el brujo habló.
-Te he echado de menos preciosidad.
Un Alec con las mejillas sonrojadas y respiración jadeante habló.
-Ya lo sé. Siempre me lo dices.
-Preciosidad, no te pongas así. Es mi forma de demostrarte lo que siento.
Magnus, que aún tenía las manos en las caderas de Alec, empezó a balancearse de derecha a izquierda con un leve puchero en los labios.
-No hace falta que pongas esa cara. Yo también te he echado mucho de menos brujo tonto.
Alec pasó sus manos por el cuello de Magnus y le dio un beso pequeño pero el brujo no le permitió separarse.
-Para Magnus. Al final nos van a pillar.
-Qué nos pillen. Me da igual.
-¡Alec! ¡Magnus! ¡¿Venís ya o que?!
-Vamos. Cuando todo se relaje podremos pasar tiempo juntos.
-Prometemelo por el Ángel.
-Lo prometo por el Ángel. ¿Te vale?
-Si. Ahora vamos con tus amigos.
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Vale, de momento todo normal. Nada fuera de lo normal. Voy a ir a modo super rápido para evitaros detalles sin importancia. Así que voy a tatuar me la runa de la supervelocidad con mi estela... vale, estaba de broma.
En el tiempo que estuvieron en casa del brujo, Alec recibió dos llamadas: la primera de su madre y la segunda de su hermana Isabelle. Esta última le dijo que había conseguido una audiencia con la reina Seelie. Para que Jace pudiera ir a la corte Seelie (reino de las hadas), Alec se quedó en casa de Magnus para ocupar el lugar de Jace.
A partir de aquí empieza la cita romántica improvisada.
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Alec se encontraba tumbado en la cama de Magnus con la cabeza apoyada en su hombro mientras veían la isla de Gilligan. En todo el rato que veían la tele, se hacían algún que otro arrumaco y cada vez le prestaban menos atención. Magnus cada poco le demandaba un beso en los labios Alex y cuando no le hacía caso le besaba (o más bien dicho le mordia) en el cuello.
-Magnus, podrían regresar en cualquier momento.
-¿Es que ya no me quieres?
-Claro que te quiero, pero no quiero imaginar si nos descubriesen.
- Tranquilo, la puerta está cerrada con una llave mágica.
-Vale.
Alec beso en los labios de Magnus y el correspondió al instante. Magnus fue tumbando lentamente a Alec en la cama hasta que el brujo estuvo encima del cazador de sombras. Se besaron sin acordarse de respirar. Alec pasó sus manos por el cuello del brujo haciendo que sus dedos se entremezclasen con su pelo. Magnus paseó sus manos por el pecho de Alec metiéndose por dentro de su camiseta negra subiendola poco a poco, descubriendo su bien trabajado pecho lleno de marcas de runas. Beso cada centímetro de su piel marcada haciéndole cosquillas. Bajó desde sus labios a su cuello, el cual marcó a conciencia para que se notase más que la marca que le había dejado una runa curativa.
- Magnus no tan fuerte
-Tranquilo pequeño, nadie lo notará.
Alex quiso rechistar pero las palabras no salieron de sus labios porque Magnus volvió a atacar sus labios mordiendolos y maltratandolos. Siguió besándole por el pecho hasta que sus labios se toparon con sus oscuros pezones. Primero besó uno para después metérselo todo en la boca y morderlo. Leves jadeos fuerom saliendo de la boca del cazador, cosa que gustó al mago y le hizo proseguir, esta vez maltratando el otro pezón de Alec. Cuando el brujo se cansó, continuó el camino de besos hasta de tenerse en el ombligo del chico. Le miró a los ojos y lo que vio le volvió loco. Alec, totalmente rojo, con los ojos llenos de deseo y mordiéndose el labio inferior para no gemir.
-¿Mi cazador de sombras quiere más?
-Si... Lo quiero todo...
-Pues Magnus Bane, el Gran Brujo de Brooklyn te concederá tu deseo.
Metió la lengua en su ombligo mientras desabrochada los pantalones para después bajarlos y quitárselos. Miro el bulto que asomaba de la ropa interior y se relamío los labios.
-¿Ya estás así?
- Tú lo has provocado.
-¿Qué dirían tus amigos Cazadores de Sombras si te vieran de esta forma?
-Cállate.
-Callame.
Alec utilizó toda su fuerza para conseguir quedar encima de él. Le besó los labios mientras le desabrochaba la camisa y los pantalones. Fue bajando sus besos hasta el elástico de sus calzoncillos y al ir a bajarlos, Magnus le paró.
-No hace falta que lo hagas. Se que no te gusta hacerlo.
-Pero...
-Nada de pero preciosidad.
Le dio un beso en la frente y le quitó la única prenda que le quedaba, dejandole totalmente desnudo para después quedar en las mismas condiciones. Se mordió el labio al tener a Alec tan indefenso ante él. Sólo para él.
-Hazlo ya.
-Sabes que si no te preparo te dolerá.
-Me da igual. Hazlo Magnus.
-Cómo desees.
Magnus colocó las piernas de Alec en sus hombros. Posicionó su miembro en su entrada y lentamente fue entrando en él. Cuando consiguió entrar totalmente, vio que Alec tenía lágrimas recorriendole las mejillas.
-Te dije que te dolería, preciosidad.
-No me duele tanto.
-Entonces todo bien. Ahora intenta no gritar.
Magnus no se andó con ningún miramiento. Desde el principio asestó embestidas duras, rápidas y certeras que hacían gemir como un loco a Alec. Magnus tuvo que besarle para que no se escuchasen sus gemidos. Alec acabó viniendose en su pecho, pero Magnus no. Era la primera vez que eso pasaba y Alec se asustó. ¿Y si le había mentido? ¿Y si solo era un juego? Magnus se dio cuenta del gesto que había en su rostro y le tranquilizó.
-Pero que poco aguante tienes hoy preciosidad. Vamos a por la segunda ronda.
Hubo una segunda ronda, una tercera, hasta una quinta ronda. Estaban agotados de tanto ejercicio. Alec descansaba boca abajo en la cama mientras que Magnus le miraba con una sonrisa tierna y le acariciaba sus negros cabellos. Alec abrió los ojos y le dedicó una sonrisa llena de cariño. Magnus le besó y él le correspondió.
-¿Cómo estás? ¿Te duele algo?
-Estoy bien, aunque me está matando un poco la cadera. Cómo no pueda andar o se me note algo de lo que hemos hecho te mataré.
-Jajaja. Se nota que te gusta matar demonios.
-No sólo mato demonios, también puedo amarte.
-Ya lo sé, se que no serias capaz de matarme. Pero no se la razón.
-Porque te quiero Magnus.
-Yo también te quiero Alec.
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Bueno, pues hasta aquí este relato termina. Se que dije que no contaría nada íntimo de ellos dos pero sabía que os gustaría conocer los detalles ocultos tras su historia.
Voy a decirle a Clary que me prepare una runa del olvido para que olvidéis esta historia. Pero en lo que la hace seguir disfrutando del día y recordar las palabras que Alec le dijo a Magnus.
-"No sólo mato demonios, también puedo amarte."
FIN
ESCRITO POR : NEKO-CHAN
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