Yaoi en el Aire

Historias de temática yaoi (chico x chico) desde para todos los públicos hasta +18. Historia creadas por Neko-Chan y Chen. Los personajes no nos pertenecen, las historias si.

sábado, 7 de junio de 2014

Basuke Love (VII)

2. Murasakibara x Himuro. Dos años más tarde.

Amor y pasión. Dolor y placer. Sangre y lujuria. En eso se había convertido en esta relación. Nos gustaba como el dolor infligido podía llegar a causar tanto placer. Nuestra relación ya no era la típica relación de pareja. Era más rollo amo-sumiso. Era excitante. No siempre será así, pero el noventa y nueve por ciento de las veces, sí.

Utilizabamos cualquier cosa que estuviera a nuestro alcance y otras que comprábamos. Era muy, pero que muy divertido. No os hacéis una idea.

Hoy era uno de esos días. Lo tenía todo preparado y estaba sentado en el sofá esperandole. Oí la puerta abrirse y salté para abrazarle.

-Muro-chin, ¿ qué tal es la Universidad?

- Bastante bien. Aprobé el examen del otro día. ¿ Y tú qué tal en la pastelería?

- Me alegro mucho. Sín mucho trabajo la verdad.

Muro-chin estudiaba periodismo en la Universidad mientras que yo trabajaba en una pequeña pastelería. Cenamos tranquilamente decidiendo lo que haríamos ese fin de semana. Terminamos y me ayudó a recoger y a fregar. Cuando terminamos empezó la "pelea".

Arrinconé a Muro-chin contra la pared. Un leve quejido se le escapó de sus labios cuando le mordí hasta hacerle sangre en el cuello.

-Bruto.

-Pero te gusta.

Le cogí como si fuese un saco de patatas y le llevé hasta la habitación. Le tiré en la cama y le arranqué la camiseta. Atrapé sus labios y me dediqué a bañarnos hasta que estuvieron ajados e hinchados.

Bajé hasta su cuello el cual llené de mordidas y chupetones. Agarré sus manos y las atrapé entre unos fuertes aros de metal unidos por una cadena. Unas esposas. Él tiró y al ver que se hacía daño, dejó de tirar.

Su pecho fue el que más dañé. Mordiscos, arañazos, cortes... Me dediqué a morder y subcionar esos dulces botoncitos rosados qué tan loco me volvían.

Le arranqué los pantalones haciendo que soltar a un quejido acabó siendo un gemido. Sus calzoncillos permitían apreciar el gran bulto en el que se había convertido el miembro de Muro-chin.

-Muro-chin, estas muy duro. ¿ Tanto te gusta lo que te hago?

Él sólo pudo asentir. Mordí ese increíble y cálido bulto hasta que Muro-chin gritó, pero no de dolor, sino de placer. Le quité ese trozo de tela humeda y me quedé admirando lo que mis ojos veían. Su miembro totalmente despierto. Tuve que hacer gala de todo mi autocontrol para lanzarme y engullir su miembro. Ya vi las piernas bruscamente y me relamí al ver su entrada ya un poco dilatada ante mí. Cogí un vibrador y se lo metí totalmente en su entrada. El soltó un gemido muy audible. Para que no termina todavía, le coloqué un anillo en la punta de su miembro.

Empecé a penetrarle duramente con el vibrador. Muro-chin gemia loco de placer aunque se notaba su miembro le provocaba dolor, el cual se iba convirtiendo en placer. Cada vez hacia que las embestidas fueran más rudas, violentas y rápidas. Muro-chin empezó a llorar. Agarré su miembro y empecé a masturbarlo. Lo sentía a reventar y el mío estaba igual. Ya no podía más, necesitaba sentirme dentro de él.

-Muro-chin, ¿ quieres que sea yo el que esté dentro de ti?

-Sí, pero... Quítame eso... Me duele...

-Tranquilo... Pronto pasará.

Le quité vibrador y en su lugar, le embestí con todas mis fuerzas haciéndo que mi miembro le partirse en dos. Hice que las embestidas eran rápidas y profundas para llegar a ese punto que le volvía loco. Noté que lo alcancé porque su interior, su cálido y estrecho interior, se contrajo apretando mi miembro, y haciendo que me volviese loco.

Seguí con las violentas embestidas hasta que sentí que llegaba el clímax. Para ese momento, Muro-chin ya gritaba mi nombre loco de placer. Le quité el anillo y ambos nos vinimos a la vez, Yo en su interior y él en su pecho.

Salí de su interior. Él había caído inconsciente. Nuestras respiraciones eran muy agitadas. Estas sesiones nos dejaban agotados. Con mimo, fui curando cada una de las heridas que le había provocado.

El placer asociado al dolor nos volvía locos pero, aún más, el amor que sentimos el uno por el otro.

CONTINUARÁ...

ESCRITO POR: NEKO-CHAN

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