Yaoi en el Aire

Historias de temática yaoi (chico x chico) desde para todos los públicos hasta +18. Historia creadas por Neko-Chan y Chen. Los personajes no nos pertenecen, las historias si.

viernes, 31 de octubre de 2014

Inocencia Perdida

Mi vida era increible. Tenía amigos, un novio que me quería y un padre adoptivo que... Un padre adoptivo. Hasta tenía un perrito que se llamaba Timcamppy. Pero ya no tengo nada. Os pondré en antecedentes.

Me llamo Allen Walker. Mi verdadero padre, Mana, murió cuando era pequeño. Mariam Cross me adoptó y me crió como su propio hijo, aunque muchas veces... Me usaba para salir airoso de los problemas en los que se metía. Mis mejores amigos son Lenalee y Krory y mi novio es Lavi. Si, es un chico y yo también. ¿Y que más dará? Llevamos casi dos años juntos y nos va de lujo.

Como cada vienes por la noche, quedamos los cuatro para tomar algo después de las clases. Lenalee tuvo que irse pronto porque a su hermano le había dado un flus (como todos los viernes por la tarde, que extraño).

En el segundo bar al que entramos, Krory se encontró con Eliade, su ex... Su novia... No se como está su relación actualmente. Nos pidió disculpas a Lavi y a mi y se fue con Eliade para tener un momento "reconciliatorio".

Lavi y yo nos quedamos solos y estuvimos bebiendo buena parte de la noche. Entramos en una discoteca y seguimos bebiendo. Fuimos a la pista y bailamos muy pegados, haciendo que la temperatura entre nosotros subiese cada vez más. Lavi me dijo que iba a la barra a por algo de beber y le pedí que me trajera algo también.  Antes de que se fuera, nos dimos un fogoso beso que no pasó para nada inadvertido para los que estaban cerca. Continúe bailando hasta que vi que me pasaban un vaso por detrás. Como creía que era Lavi, cogí el vaso y me lo bebí casi entero. Me giré para mirar a mi novio pero a quien vi fue a un chico de largos cabellos negros y ojos oscuros. Intenté alejarme pera me encontraba mareado. Todo se voleía cada vez más negro. Lo último que oí antes de caer inconsciente, fue a Lavi llamarme e ir detrás del hombre que me estaba secuestrando.

~Al día siguiente~

Me desperté con un grandísimo dolor de cabeza. Intenté levantarme pero no podía. Estaba atado de pies y manos a una tabla de madera. Empecé a asustarme. No recordaba muy bien lo que había pasado la noche anterior. Parecía que a Lavi se le había despertado el lado sado y no me gustaba mucho.

-Lavi, Lavi deja de jugar anda.

No obtuve respuesta. Esto no me gustaba nada.

-Lavi cariño. Se bueno y desatame.

Me fijé mejor en la habitación en la que me encontraba. No era la casa de Lavi. Entonces, ¿dónde estaba? Oí pasos y me esperancé.

-Lavi, desatame por favor.

-Eres ruidoso Moyashi.

Me asusté. Esa no era la voz de Lavi. La persona que me tenía así salió de su escondite. Era un hombre alto, musculoso, de oscuro pelo negro y penetrantes ojos negros. Me sonaba de haberlo visto pero no recordaba donde. El chico activó un mecanismo para que la tabla en la que estaba atado se pusiera de pie. Se acercó a mi con una daga en la mano. ¿Me iba a matar? Cerré los ojos y pensé en todos las personas que quería.

-Vaya, vaya. ¿Estás asustado Moyashi?

Abrí los ojos al oír el sonido de la tela al rasgarse. Con la daga había roto mi camiseta dejando mi pecho al descubierto. Terminó de romper mi camiseta recogiendo los trozos y tirandolos a la basura.

-Ahora empieza mi venganza.

Cogió un látigo y empezó a golpearme en el pecho. Intenté contener mis gritos, pero el dolor era demasiado como para no gritar. Sonrió al oír mis gritos y cada vez me golpeó con más fuerza. No se cuanto tiempo pasó, tal vez horas hasta que paró. Volvió a hacer que la tabla quedara tumbada. Tenia el pecho en carne viva. El chico volvió con un bote de alcohol. ¿No se le ocurriría hacerme más daño?

-No más por favor. No me tortures más.

-Moyashi no te voy a hacer más daño por hoy. Sólo quiero curarte las heridas para que no lo pases peor.

Colocó una silla enfrente de mi y se sentó. Con mucho cuidado fue curandome las heridas que el mismo me había provocado. Mi corazón latía desbocado. No entendía porque me sentía de esa forma. Lavi había conseguido que me sintiera de esa forma muchas veces desde que nos conocimos pero nunca de forma tan fuerte como con este chico. Necesitaba saber quien era.

-Ya está. No te mueves si no quieres que las vendas te hagan más daño.

No me había dado cuenta de que había terminado ni tampoco sentí que me había vendado las heridas. Pero ahí estaban las vendas. No lo entendía. Primero me pegaba y luego me curaba las heridas. ¿Pero que es esto?

-Volveré en unas horas con la cena. Recapacita mientras tanto Moyashi.

Salió de la sala y me quedé pensando durante un rato. ¿Donde había oído yo antes esa forma de llamarme?  Piensa Allen, piensa.
Antes de empezar a salir con Lavi, un chico un curso mayor, siempre se metía conmigo llamándome Moyashi. ¿Cómo se llamaba? Era algo como Kada... Taka... Bakan... ¡Bakanda! Eso era. En realidad se llamaba Kanda pero yo le llamaba Bakanda. La última vez que le vi la cara fue el día que empecé a salir con Lavi.

~FLASBACK~

Estaba muy nervioso. Lavi había montado una super fiesta en su casa ya que su abuelo se había ido a una convención de historia durante una semana. Llegué junto con Lenalee, Krory y su novia Eliade. La cama estaba llena de gente y era difícil saber donde estaba alguien.
Me moví por toda la casa buscando a Lavi. Lo iba a hacer. Le diría que llevaba enamorado de él desde que le conocí. Era mi mejor amigo y no queria perderlo pero necesitaba confesarlo.

Llegué al piso de arriba. Todo estaba más tranquilo aquí arriba. Caminé por el pasillo dirigiendome hacia su habitación. Fui arrastrado hacia la habitación que había sido de sus padres. Me giré para ver quien era el que me había arrastrado hasta allí.

Era un chico alto, musculoso, con el pelo recogido en una coleta y ojos negros al igual que su cabello. Bakanda. Nos miramos desafiantes. El se acercó a mi hasta que me quedé atrapado entre la puerta y su cuerpo.

-¿Qué haces Bakanda?

-Algo que llevaba mucho tiempo queriendo hacer.

Su boca estaba peligrosamente cerca de la mía. Giré la cara justo a tiempo para no recibir un beso suyo en los labios. Utilicé toda mi fuerza para quitármelo de encima. Una vez libre, le escupi en la cara.

-No vuelvas a hacer eso. No vuelvas a acercarte a mi.

Salí de la habitación hecho una furia. Justo, me encontré con Lavi y delante de la puerta donde se escondía Bakanda,  abrí mi corazón.

-Lavi, estoy enamorado de ti. Sal conmigo.

-Allen... Claro que saldré contigo.

Me olvidé de Bakanda y seguí a Lavi hasta su habitación donde "celebramos" que estábamos juntos.

~FIN DEL FLASBACK~

Estaba perdido. Iba a morir joven y sin decirle a mi gente que la quería. La puerta se abrió y Bakanda entró con una bandeja. Se sentó al lado de la tabla donde estaba tumbado y empezó a darme de comer. Al principio me negué un poco, pero tenia mucha hambre asique cedí a tomar la sopa de miso que me iba dando. Cuando terminé la sopa, cambió las vendas de mi pecho y volvió a curar mis heridas.
Esta era mi rutina. Comer, azotes y curar mis heridas. Sólo me golpeaba un día a la semana, lo que me extrañó mucho. Al menos, de esa forma pude calcular el tiempo que llevaba encerrado. Casi cuatro meses. Pasaba los días atado solo a esa tabla pero los últimos días,  Bakanda me soltaba para que pudiese andar con libertad por la habitación.

Las cosas habían cambiado en mi interior. Al principio, cuando Bakanda me golpeaba, solo sentía dolor. Pero ahora era al contrario. Esperaba con ansia a que llegase el día en el que comiese el látigo y empezara a golpearme. Cada vez que el látigo rasgaba mi piel, sentía un gran placer. Mayor al que me había producido Lavi. Me había vuelto un masoquista y me encantaba. Me sentía vacío cada vez que terminaba. Me gustaba demasiado que me hiciera eso. El día que hacían cuatro meses de mi cautiverio, Bakanda entró con el semblante un tanto triste. Se acercó a mi y me acarició la mejilla.

-Moyashi, hoy es nuestro último día juntos.

Se me cayó el alma a los pies. ¿Iba a matarme? ¿Iba a dejarme ir?

-Pero antes de que se acabe voy a disfrutar por entero de tu cuerpo.

Me empujó contra la tabla donde tantas veces me había golpeado. Me golpeé en la espalda y el dolor que sentí se transformó rápidamente en placer. Bakanda posicionó una pierna entre las mías y su rodilla apretaba duramente mi entrepierna. Otra ola de placer me atacó. Atacó mi cuello, clavando los dientes hasta que empecé a sangrar. Más placer. Me subió la tabla y continuó mordiendo mi torso desnudo. Claramente no me había llevado nada sobre el pecho desde la primera vez que me golpeó. De un tirón u  tanto doloroso, se deshizo de mis pantalones que volaron hasta el otro extremo de la habitación. Le quité a tirones su camisa haciendo que los botones saliesen desperdigados por el suelo. Me soltó un momento y se bajó los pantalones quedando en ropa interior. Me sorprendió el gran bulto que se notaba. Me rompería por la mitad. Y lo hizo. Me quitó la única prenda de ropa que quedaba sobre mi cuerpo y después la suya. De una sola estocada entró en mi. Dolía a rabiar pero poco importaba. El dolor se había convertido en placer y además, nos estábamos besando. Nuestros labios no llegaban a encajar a la perfección pero daba igual. No se cuanto duramos así,  poco recuerdo. Lo último que oí fue a el diciendo:

-Te quiero Allen..

Y a yo diciendo:

-Te quiero Kanda...

~Unas horas después~

Lentamente, fui abriendo los ojos. Ya no estaba en la habitación donde había estado los últimos cuatro meses. Estaba en una habitación de hospital. Busqué con la mirada a Bakanda, pero a quien vi fue a Lavi. El sonrió y yo le correspondí.
-Por fin despiertas Allen.

-¿Qué ha pasado? ¿Cómo he llegado aquí?

-Un policía dio con la casa de tu secuestrador. No te preocupes, ya esta muerto.

¿Muerto? ¿Bakanda estaba muerto? Empecé a sentirme mareado. Alguien entró en la habitación. No tenía fuerzas ni para ver quien era. Pero al oír la voz de esa persona, supe quien era.

-¿Cómo estás Moyashi?

-Este es el policía que te salvó. Gracias por haberlo traído de vuelta Yuu-chan.

-No me llames así idiota.

Rei. Parecían niños pequeños. Eran las dos personas de las que me había enamorado. ¿Qué iba a hacer? ¿Qué iba a elegir? Pues muy fácil. Mi novio oficial seguiría siendo Lavi y un día a la semana lo pasaría con Bakanda. Aunque alguna que otra vez me seguía hasta el baño del colegio y me atacaba. Los viernes salíamos todos y muchas veces me veía con la mano de Lavi en la cadera y la de Bakanda en el hombro y ambos sonriendome picaramente.

Claramente entre esos dos, habían conseguido que perdiera la inocencia.

FIN

ESCRITO POR : NEKO-CHAN

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